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Estar mal es señal de que hay vida y posibilidades de crecer

Estar Mal Es Señal De Que Hay Vida Y Posibilidades De Crecer

En un mundo en el que se busca constantemente el valor absoluto de todo y en el que se excluyen y eliminan los opuestos que se consideran “peligrosos”; la afirmación “Estar mal es señal de que hay vida y posibilidades de crecer” puede sonar como un presagio a vivir constantemente en el dolor y la incomodidad.


A

menudo las personas cuando entablamos conversaciones de cualquier tipo, para iniciar le preguntamos al otro ¿cómo estás?, éste de manera retórica contesta: Bien gracias, ¿y tú?, de vuelta respondemos: También bien, y continuamos con el tema que nos ocupe.  La pregunta se formula generalmente por mero formalismo, sin embargo, si alguno de los dos se atreve a contestar cualquier cosa que represente el opuesto de bien… fue Troya; porque en el fondo deseamos que todo esté sin novedad, sin problemas, sin dificultad, sin tropiezos, sin tristezas, sin obstáculos.  Detrás de este aparente deseo de bienestar se oculta un profundo rechazo a cualquier cosa que signifique estar mal y que por lo tanto, de una u otra forma, implica dolor e incomodidad.

 

Este rechazo lo manifestamos de diversas maneras: nos escondemos, nos quejamos, callamos, negamos o ignoramos las situaciones, aparentamos felicidad constante, evitamos hablar del tema, huimos… en fin, ideamos múltiples estrategias de control, con el único propósito de eludir a toda costa cualquier malestar, que al final terminan convirtiéndose en trampas que aumentan el dolor y la incomodidad que evadimos, y que impiden vivir la vida a plenitud con todo lo que viene.

 

Me he preguntado muchas veces de dónde viene este rechazo… pienso que tiene que ver con el miedo a quedarnos eternamente en el malestar y no poder salir, con la necesidad compulsiva de calificar y clasificar todo como bueno o malo, con el deseo profundo de hacer siempre lo correcto sin muestra alguna de error o equivocación, de tal manera que, según lo que elijamos, podamos dejar en evidencia nuestro valor y buen juicio.  Tendemos a creer que reconocer que alguien o algo “está mal”, significaría aceptar que no es valioso y, por lo tanto, debe ser excluido o desechado; es en este punto donde queda en evidencia nuestro miedo más profundo como humanidad: el ser rechazados y no ser amados.

 

Fue precisamente esta semana que observé que mi estado interior se deprime o está mal con el inicio de un nuevo ciclo en mi cuerpo, esto ya me había sucedido antes y me resistía a aceptar que me pasaba, me aterraba quedarme en ese estado “depresivo” eternamente, me imaginaba sumergida en un hueco del que no había posibilidad de salir, pensaba además que si llevo tanto tiempo trabajando en mi desarrollo personal no era posible que me sintiera aburrida, confundida, o deprimida, no me daba licencia de estar mal,  pues supuestamente debería tener la capacidad de sacar mis herramientas poderosas para gestionar mi malestar y salir de ahí en un dos por tres, y al ver que no estaba siendo así ponía en duda mi valor y aparecía el temor de no ser querida.

 

Dado que mi estrategia de resistencia para asegurar mi valor no estaba funcionando, esta vez decidí detenerme a identificar mis emociones, a no resistirlas, a sentirlas y permitirme experimentar el dolor y la incomodidad que me estaban produciendo, fue darme permiso de estar mal, de no reaccionar a mi propia crítica y a la de los demás, fue dejar de identificarme con la forma (emociones, acciones, resultados, opiniones), fue entender que tanto mi cuerpo como mi espíritu tienen su propio ritmo y sus propios ciclos, que éstos suceden en un movimiento constante entre opuestos (alegría y tristeza, dolor y placer, comodidad e incomodidad, serenidad y rabia), que este movimiento es la evidencia de que estoy  viva, que sigo creciendo,  evolucionando, fue también ver nuevas posibilidades para manifestar quien soy a partir de mi propia renovación, en pocas palabras fue dejar que la vida fuera.

 

La naturaleza nos habla a diario de ritmos, ciclos y movimientos entre opuestos, de cómo se alimentan mutuamente para su existencia y el ser de la vida misma… el sol se pone para que la noche llegue; en otoño los árboles pierden sus hojas para nutrir el suelo que los alimenta de modo que en primavera puedan volver a florecer; para llenar los pulmones de aire con la inhalación es necesario que estos se vacíen a través de la exhalación; la oruga renuncia a su condición para convertirse en mariposa; la langosta rompe las veces que sea necesario su caparazón para poder crecer; nada en la naturaleza muestra ningún tipo de rechazo o resistencia al malestar que puedan producir estos movimientos, por el contrario nos deja ver que está dispuesta a entregarlo todo para crecer y evolucionar.

 

Somos parte de la naturaleza, negar o resistir el malestar es como negarse a la vida, al final es cuestión de cómo lo queremos ver y un primer paso puede ser decirnos que Estar mal es señal de que hay vida y posibilidades de crecer”.

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