Hay para todos, Sabiduría popular sobre ofrecimiento y abundancia

‘Hay para todos’ o ‘Donde comen tres comen cuatro’ decía mi mamá, cuando alguien llegaba de manera inesperada a la hora del almuerzo o de la cena. En realidad, no sólo decía mi mamá, estas son algunas de las expresiones populares que usamos con frecuencia en Colombia para las visitas inesperadas a la hora de comer.
Me he dado cuenta de que a la gran mayoría de sitios a los que llego – la peluquería, el colegio de mi hijo, la plaza de mercado, la tienda de la esquina, la casa de un amigo – la persona que me atiende o me recibe, de las primeras cosas que hace, es ofrecerme algo de tomar o de comer; es una práctica esencial de nuestra cultura, tanto que casi siempre hay alguien que corrobora si ya me ofrecieron algo, y si no lo han hecho, ella se encarga de hacerlo. Ofrecemos lo que tengamos en el momento – agua, tinto, aromática, chocolate, té, jugo, galletas –, en realidad no importa mucho lo que sea, lo importante es poder ofrecer.
Dicen que las cosas que hacemos son un reflejo de lo que somos y de lo que pensamos, entonces ¿qué puede decir de nosotros una costumbre de ofrecimiento como esta? Para mí la lista es larga y mucho más profunda de lo que me hubiera podido imaginar. Empezaré por lo evidente, habla de la generosidad, del servicio, de la acogida, de la intención de hacer sentir bien al que llega, de la entrega, de dar y recibir. Y, en lo profundo, habla de que dar y recibir son la misma cosa, el dar no existe sin el recibir y el recibir no existe sin el dar, por lo tanto nunca perdemos, siempre, siempre, ganamos algo; igualmente manifiesta la naturaleza abundante de la esencia humana, esa que nos hace decir que ‘Hay para todos’, la que nos hace multiplicar los panes y los peces, la que nos permite sacar una sonrisa y un abrazo para alguien que lo necesita, a pesar de no estar en el mejor momento; también expresa nuestra profunda conexión con los otros, esa unidad que somos y cómo a través del ofrecimiento mantenemos y nutrimos esa unidad; de igual forma revela esa necesidad del alma de experimentar significado en la vida por medio del servicio a los demás, de esa voluntad y determinación de tener un propósito y vivirlo; asimismo es una expresión de gratitud y celebración del significado de la presencia del otro; y además es una prueba del amor que somos, ese que no juzga, que se ocupa de servir, de entregar, de ofrecer, de ser en absoluta libertad.
Todo este significado del ofrecimiento que me revela la sabiduría popular, lo resumo en una palabra Abundancia, entendiendo abundancia como esa forma de ser, ese estado interior que se refleja en el exterior de formas infinitas. Sé que muchas veces no es tan fácil ver la abundancia de esta manera, a mí personalmente me ha costado un montón, sin embargo, podemos empezar a entrenar este ‘músculo’ con dos ejercicios: viendo abundancia en lugares, situaciones y experiencias cotidianas, sencillas y simples, esas que con frecuencia pasan desapercibidas; y agradeciendo todo, en especial eso que damos por descontado, empezando por nosotros mismos.
Con seguridad, si comenzamos a ver la Abundancia con nuevos ojos, podremos decir, desde el fondo del corazón y con absoluta certeza que ‘Hay para todos’.
