¿Se trata realmente de falta de fe?

En los últimos meses, me he encontrado, en diferentes contextos y de diversas formas, la respuesta a la pregunta ¿Se trata realmente de falta de fe?, y curiosamente la pregunta llegó después de la respuesta.
A
lo largo de la vida hemos escuchado diferentes expresiones, plegarias y creencias relacionadas con la fe: “En situaciones así pierdo la fe”, “La fe es muy fácil perderla”, “Qué difícil es mantener la fe”, “Señor, auméntanos la fe”, “Es que no tengo fe”, “Todo es cuestión de fe”, “El camino de la fe no es sencillo”; todo esto, de una u otra manera, nos ha llevado a construir colectivamente un concepto de la Fe como algo que se gana o se pierde, como si se tratará de un artículo que entre más se tiene mejor.
Hace poco más de un mes, a mi hijo de siete años se le cayó su segundo diente, por supuesto estaba muy emocionado porque esa noche se lo iba a dejar al Ratón Pérez en un frasquito, debajo de la almohada, para que lo recogiera y, a cambio, le dejara dinero para poder comprarse un lego. Al otro día se levantó y fue corriendo a mostrarnos, a mi esposo y a mí, lo que el ratoncito le había dejado; nos decía sorprendido, que él no sabía cómo hacía el ratón para abrir el frasco, que él había estado pendiente y no lo había podido ver. Su carita estaba radiante y sus ojos brillantes dejaban ver que lo que importaba realmente para él, era que algo maravilloso había sucedido. En ese momento para mí fue evidente una cosa, él tenía su fe puesta en que el ratón iba a llegar y le iba a dejar algún dinero, no importaba cómo; me di cuenta de que él no estaba pensando en que el ratón no iba llegar, es decir no estaba poniendo su fe en la posibilidad de que no sucediera.
Ese día me quedé pensando, me pregunté en qué situaciones de la vida yo adoptaba la actitud de mi hijo, me di cuenta de que son varias, que de muchas no soy muy consciente y que la mayoría están relacionadas con la naturaleza. Precisamente el hecho de ver que confío en que el sol va a salir todos los días, que siempre voy a tener aire para respirar, que mi corazón late y mi cuerpo funciona, que creo que mi hijo va a llegar bien del colegio, que me voy a dormir pensando que al otro día me voy a despertar; me reveló que la Fe es una capacidad instalada en el ser humano, venimos de fábrica con ella, es un poder que ya tenemos, que es una elección lo qué hacemos con ella, cómo la utilizamos y dónde la ponemos, y que esta elección que hagamos se reflejará en lo que nos suceda. Marianne Williamson en La Ley de la Divina Compensación dice: “LA FE NO es solo un principio teológico; es un músculo mental y emocional. Es un aspecto de la consciencia, una función de la mente. Con cualquier actitud demostramos fe: en lo que puede ir mal o en lo que puede ir bien. Nuestro problema es que tendemos a depositar una gran fe en el poder de nuestros desastres y demasiada poca en el poder de los milagros.
Nuestra fe misma es una fuerza poderosa: aumentamos el poder de una cosa al aumentar nuestra creencia en su poder.
(…) Pero la fe no es ciega, es visionaria. Tener fe en un resultado positivo no significa negar un problema o ignorar los obstáculos, simplemente significa que estás afirmando una solución.”
El mundo y la vida misma son evidencia de ello, particularmente yo he puesto mi fe, muchas veces, más en lo que no es posible que en lo que sí es, y he visto como esto se convierte en el freno de mano para que suceda lo que realmente quiero, pues en mi cabeza construyo los peores escenarios posibles con la ilusión de que esta es la mejor manera de evitar que ocurran; claro está que también he visto lo contrario, cuando he decido poner mi fe en que sí es posible, cuando soy capaz de ver que un no es una nueva oportunidad, cuando tengo la certeza de que hay infinitas posibilidades “buenas o malas” y que de mi depende en cuáles elijo poner mi fe y mi energía vital, cuando mi opción de fe la deposito en los milagros, estos llegan de formas inesperadas.
Después de ver y hacer todas estas reflexiones fue cuando llegó la pregunta ¿Se trata realmente de falta de fe?, y bueno… realmente no se trata de falta de fe, ni de la cantidad que tengamos de este elixir de vida aparentemente inalcanzable; siempre creemos en algo, siempre tenemos fe, la suficiente para construir o destruir, es nuestra elección; ¿y tú dónde pones tu fe?
